¿En qué consiste?
El trasplante de córnea (o queratoplastia) es la sustitución, mediante cirugía, de una córnea enferma por la sana de un donante. Existen dos tipos de queratoplastias: la de espesor total (penetrante) y la de espesor parcial o (lamelar).
¿En qué casos está indicado el trasplante de córnea?
Principalmente en aquellos casos en los que la córnea presenta algún tipo de opacidad o irregularidad que dificulta la visión. Las patologías en las que con más frecuencia se aplica esta técnica son las queratitis herpéticas, los queratoconos, las queratitis infecciosas y las descompensaciones corneales.
¿Cuándo debe realizarse el trasplante de córnea?
Hay que tener en cuenta la magnitud de esta cirugía antes de su elección terapéutica. Por un lado, se deben seleccionar aquellos casos en los que el resto de las estructuras oculares están lo suficientemente conservadas como para permitir una mejoría aceptable de la visión. Por otro lado, deben descartarse aquellos en los que la visión preoperatoria es lo suficientemente buena como para que no valga la pena asumir los riesgos de la intervención.
¿Cómo son estas intervenciones?
En la mayoría de los casos se utiliza anestesia local, reservando la anestesia general para aquellos en los que las condiciones generales del paciente no permiten su colaboración durante la cirugía. Por lo tanto, durante la intervención el paciente está despierto y puede comunicar al cirujano cualquier posible incidencia, aunque lo más frecuente es no notar molestia alguna. El cirujano extrae un ”botón” circular de la córnea dañada, sustituyéndolo por otro de córnea sana de un donante, procediendo a suturarlo con puntos no reabsorbibles.
Una vez finalizado el procedimiento el ojo debe permanecer ocluido durante 24 horas, tras las cuales se inicia un tratamiento con gotas y pomadas oftálmicas que suele prolongarse durante meses. Durante la primera semana la persona en cuestión debe evitar agacharse o levantar grandes pesos, pero se puede continuar con la vida normal. Los puntos de sutura se empiezan a retirar a partir de los 6-12 meses.
Este tipo de intervenciones suelen ser muy agradecidas en cuanto a la mejoría de visión, pero hay que tener en cuenta que normalmente han de pasar varias semanas, o incluso meses, antes de notar grandes cambios.